La motivación, es la clave que mueve el motor de nuestra vida, sin motivación no hay pasión, Cristo es un apasionado por su creación, cuándo estuvo con sus discípulos demostró que el se preocupaba por el bienestar físico, mental, social y espiritual de todos los seres humanos. Él quiere que tanto nuestra relación con él, como nuestros servicio a los demás, caminen en consonancia con aquello que nos motiva a hacerlo. Jesús ministró a la gente donde estas se hallaba: en las ciudades, en los pueblos, a lo largo de la carretera, en sus casas, junto a los pozos, e incluso en la cruz. Siempre estaba dispuesto a ir a cualquier lugar, donde hubiera un alma necesitada de salvación. El nunca paso de largo ante una necesidad que hubiera, en la lectura de la palabra en el libro de Mateo 9:35-38 vemos claramente como lo que a él motivaba estaba acorde con su compromiso. Aprendamos de él que es humilde de corazón.