El ser humano es egoísta por naturaleza. Es egoísmo conduce a cada persona a mirarse a sí misma, a convertirse en el centro de su mundo, distorsionando su visión de las cosas, sintiendo que sus problemas, por pequeños que sean, parezcan los más importantes de todos. En un mundo corrompido, es normal que cada uno luche solo por lo suyo, pero en el Reino de Dios esto no puede ser así, pues nuestro Señor y Maestro nos dio ejemplo de una vida entregada por los demás. Lamentablemente, la forma egoísta de pensar del mundo se introduce en la vida de la Iglesia.
En éste mensaje, el pastor Jorge Farfán nos invita a reflexionar en la vida de la reina Ester, y ver cómo ella arriesgó su vida por salvar a su gente, sacando la vista de su propia comodidad en palacio por solidarizarse con quienes estaban en riesgo de muerte. Hoy, es urgente que, como Iglesia, sigamos el ejemplo de ésta gran mujer.