Desde que nacemos, todo nuestro entorno comienza a modelar nuestro pensamiento: la cultura, la familia, la educación escolar, las experiencias… etc. Y lo que pensamos condiciona nuestra vida y nuestras actitudes. Nos movemos y conducimos conforme a lo que creemos de nosotros mismos y de la vida, pues como dice el dicho: «somos lo que pensamos». Cuando comenzamos a andar en los caminos del Señor, desde el momento en que entregamos nuestro corazón a Dios, uno de los trabajos más importantes del Espíritu Santo es comenzar a cambiar nuestra forma de pensar, para que así podamos cambiar nuestra forma de vivir. Pero, ¡Cuánto que nos aferramos a nuestras ideas y pensamientos de toda nuestra vida! El Apóstol Pablo conocía muy bien éste concepto y la gran importancia de que los cristianos de su época transformaran su pensamiento para poder ser creyentes efectivos y plenos, que pudieran impactar a la sociedad que les rodeaba y al mundo. Por eso echó mano de una canción cristiana de ese momento para escribir a los hermanos de Filipos, esperando poder motivarlos a cambiar su forma de pensar.
¿Cómo podemos cambiar los cristianos de hoy nuestra manera de pensar para por fin cambiar nuestra manera de vivir? Es necesario que, como en los días del Apóstol, tú y yo nos levantemos y cambiemos radicalmente nuestras vidas para causar un impacto que sea contundente en ésta sociedad perdida y corrupta ¿Pero cómo podemos hacer para cambiar? Comenzando por qué pensamos y creemos del Cristo al cual le hemos entregado nuestras vidas. Así nos desafía el hermano Samuel G. en éste mensaje, en el cual nos invita a reflexionar sinceramente en qué pensamos sobre Jesús y cómo lo percibimos y creemos en Él, presentándonos una «Cristología que cambia» las vidas. Te invitamos a escuchar éste mensaje y a disponerte a dejar que Cristo transforme completamente tu forma de pensar y vivir.